Dios aprieta, pero no ahorca.
Explicación
Este refrán, profundamente arraigado en la cultura popular latinoamericana, es un canto a la resiliencia y la esperanza en medio de las adversidades. Cuando decimos ‘Dios aprieta, pero no ahorca’, estamos expresando una confianza fundamental en la vida; una creencia de que, aunque las situaciones puedan parecer extremadamente difíciles, nunca serán completamente insuperables. La idea detrás de este dicho es que siempre habrá una salida o una solución, sugiriendo que la ayuda divina o el destino no nos permitirán enfrentar un desafío completamente destructivo sin una forma de escapar o resistir.