Quien mucho se despide, pocas ganas tiene de irse.
Explicación
Este refrán popular latinoamericano pinta una escena familiar para muchos: el acto de despedirse repetidamente sin realmente partir. Refleja una indecisión subyacente o el deseo de permanecer en compañía, sugiriendo que la persona que se alarga en las despedidas, en realidad, no desea irse. Existe también una interpretación social, indicando cómo las personas manejan las transiciones y su comodidad en situaciones sociales prolongadas.