Explicación
Este refrán es muy conocido en toda América Latina, y refleja una enseñanza valiosa sobre la paciencia y el valor del tiempo. Significa que es preferible realizar una acción o cumplir con un deber aunque sea con retraso, a no hacerlo nunca. Por ejemplo, imagina que un estudiante decide empezar a estudiar para un examen a último momento. Aunque comenzó tarde, es mejor que no estudiar nada. La frase sugiere que a veces nos encontramos con obstáculos o circunstancias que nos impiden hacer las cosas al tiempo que teníamos planeado, pero eso no debería desalentarnos. **Lo importante** es dar el paso, sin importar cuánto tardemos, porque al final el esfuerzo siempre tendrá su recompensa. Hay que mantener una _actitud positiva_, ya que **hacer algo tarde siempre será mejor que quedarse de brazos cruzados**.